“Y otra cosa que hemos visto últimamente, más frecuentemente, es cuando los conflictos a partir de la convivencia entre las diferentes personas que habitan cotidianamente en un centro educativo se sobrepasan y terminan generando violencia o actos de violencia entre estudiantes y entre estudiantes y los docentes”, precisó.

Para Píriz “el tema es cómo se resuelven esos conflictos y cómo se abordan”. A veces “no se logra resolver de la mejor forma, de una forma pacífica, y entonces se empieza a generar esta sobrecarga de los estudiantes, de los docentes y que terminan con agresiones físicas, con situaciones más complejas”.

Violencia y carencias

Para los docentes “existe una falta de equipos multidisciplinarios y de otras figuras que acompañan los procesos educativos dentro de los centros de estudio, que no están en la medida que son necesarios, como son los psicólogos, asistentes sociales, maestras especializadas”.

Entiende que “estos conflictos se dan en una realidad de recorte general, donde hay una limitación de los lugares, del lugar físico, donde tenemos grupos superpoblados. Entonces es mucho más complejo”.

Todo eso hace que el clima escolar “se degrade claramente, donde además hay una sobrecarga de los trabajadores, porque al no estar figuras de acompañamiento en la cantidad necesaria, hay una sobrecarga de los que están presentes”.

La UTU recibe estudiantes “con serias carencias socioeconómicas y culturales, y esto también influye en los procesos de convivencia y de interacción con otros y otras. Estos jóvenes viven en algunos barrios donde el único lugar para interactuar con otras personas es el centro educativo. No hay una cancha de fútbol, un club de barrio, no tienen una circulación cultural por la ciudad que les permita ampliar sus espacios y generar otros”. Todo eso “nos preocupa seriamente porque no encontramos respuestas por parte de la Dirección General”.

Sindicato en alerta

Es por todo esto que el sindicato se declaró en alerta. “Estamos en alerta porque esto va a seguir sucediendo, porque no encontramos una respuesta desde la Dirección General de UTU que aborde la problemática de fondo y lo único que hemos recibido como propuesta para atender estas realidades es la colocación de molinetes o identificación facial en tres escuelas de Montevideo”, indicó.

“Esto claramente lo que hace es profundizar entre el adentro y el afuera, sin tener en cuenta de que hay otra gente que circula por los centros educativos que no necesariamente son los estudiantes, que tienen que ver con la familia, con otras organizaciones que están presentes”.

“Estamos en alerta porque esto va a seguir sucediendo y porque además quedamos expuestos los trabajadores frente a estas situaciones en las cuales está en riesgo nuestra integridad física”, concluyó.